Jesucristo
La confesión fundamental de los cristianos acerca de su Maestro es esta: Jesucristo es el Señor. Comienza en el evangelio cuando Jesús mismo les pregunta a sus discípulos qué piensan que Él es:
Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mateo 16:16).
Jesús es el Cristo. Este es el primer acto de fe que los hombres deben hacer sobre Él. En su nacimiento, al niño de María se le da el nombre de Jesús, que significa literalmente Salvador (en hebreo Josué, también el nombre del sucesor de Moisés que cruzó el río Jordán y guió al pueblo elegido a la tierra prometida). "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21; Lucas 1:31). Este Jesús es el Cristo, lo que significa el Ungido, el Mesías de Israel. Jesús es el Mesías, el prometido al mundo a través de Abraham y sus descendientes.
Pero, ¿quién es el Mesías? Esta es la segunda pregunta, también formulada por Cristo en los evangelios, esta vez no a sus discípulos, sino a aquellos que se burlaban de él y trataban de atraparlo con sus palabras. "¿Quién es el Mesías?" les preguntó, no porque pudieran responder o realmente desearan saber, sino para silenciarlos y comenzar la inauguración de "la hora" por la cual él había venido: la hora de la salvación del mundo.
Ahora bien, estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: "¿Qué pensáis del Cristo [el Mesías]? ¿De quién es hijo?"
Le dijeron: "De David".
Él les dijo: "¿Pues cómo David, en el Espíritu, le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Si David, pues, le llama Señor, ¿cómo es su hijo?".
Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.
(Mateo 22:41-46)
Después de la resurrección de Jesús, inspirados por el mismo Espíritu Santo que inspiró a David, los apóstoles y todos los miembros de la Iglesia entendieron el significado de sus palabras. Jesús es el Cristo. Y el Cristo es el Señor. Este es el misterio de Jesucristo el Mesías, es decir, que Él es el Único y Verdadero Señor, identificado con el Dios Yahweh del Antiguo Testamento.
Ya vimos cómo Yahweh siempre era llamado Adonai, el Señor, por el pueblo de Israel. En la Biblia griega, ni siquiera se escribía la palabra Yahweh. En cambio, donde la palabra Yahweh estaba escrita en hebreo, y donde los judíos decían Adonai, el Señor, la Biblia griega simplemente escribía Kyrios —el Señor. Así que el Hijo de David, que era otra manera de decir el Mesías, es llamado Kyrios, el Señor.
Para los judíos, y de hecho para los primeros cristianos, el término Señor era propio solo de Dios: "Dios es el Señor y se ha revelado a sí mismo ante nosotros" (Salmo 11.8). Este Señor y Dios es Yahweh, y también es Jesús el Mesías. Porque aunque Jesús afirma que "el Padre es mayor que yo" (Juan 14.28), también afirma: "Yo y el Padre somos uno" (Juan 10.30).
Creer en "Un solo Señor Jesucristo" es la principal confesión de fe por la cual los primeros cristianos estaban dispuestos a morir. Porque es la confesión que afirma la identidad de Jesús con el Dios Altísimo.