El Hombre
El hombre es la criatura especial de Dios. Es el único "creado a imagen y semejanza de Dios" (Gén. 1.26). Es creado por Dios a partir del polvo al final del proceso de creación (el "sexto día") y por la voluntad especial de Dios. Se hace para respirar "el aliento de vida" (Gén. 2.7), para conocer a Dios, para tener dominio sobre todo lo que Dios ha hecho.
Dios creó a los humanos como varón y hembra (Gén. 1.27; 2.21) con el fin de "ser fecundos y multiplicarse" (Gén. 1.28). Así, según la doctrina ortodoxa, la sexualidad pertenece a la creación que Dios llama "muy buena" (Gén. 1.31), y en sí misma no es de ninguna manera pecaminosa o perversa. Pertenece a la naturaleza misma de la humanidad directamente querida por Dios.
Como imagen de Dios, gobernante sobre la creación y co-creador con el Hacedor No Creado, al hombre se le encomienda la tarea de "reflejar" a Dios en la creación; hacer que Su presencia, Su voluntad y Sus poderes se extiendan por todo el universo; transformar todo lo que existe en el paraíso de Dios. En este sentido, el hombre está definitivamente creado para un destino más elevado que los poderes incorpóreos del cielo, los ángeles. Esta convicción es afirmada por el cristianismo ortodoxo no solo por la énfasis escritural en que el hombre está hecho a imagen de Dios para gobernar la creación, lo cual no se dice acerca de los ángeles; sino que también se afirma directamente porque se escribe de Jesucristo, que es verdaderamente el hombre perfecto y el Último Adán (1 Cor. 15.45) que "Dios le exaltó hasta lo sumo y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2.10-11).
Se desprende de la creencia en Jesús que el hombre está creado para una vida mucho más superior que la de cualquier criatura, incluso los ángeles que glorifican a Dios y sirven a la causa de la salvación del hombre. Es precisamente esta convicción la que se afirma cuando la Iglesia saluda a María, la Madre de Cristo, como "más honorable que los querubines y más allá de toda comparación más gloriosa que los serafines". Porque lo que se glorifica como ya cumplido en la humana María es precisamente lo que esperan y anhelan todos los hombres "que oyen la palabra de Dios y la guardan" (Lc. 11.28).
Así vemos la gran dignidad del hombre según la fe cristiana. Vemos al hombre como el "más importante" de las criaturas de Dios, aquel para quien "todas las cosas visibles e invisibles" han sido creadas por Dios.
Es la doctrina ortodoxa que uno puede entender y apreciar lo que significa ser humano solo a la luz de la plena revelación de Jesucristo. Siendo la Palabra Divina e Hijo de Dios en carne humana, Jesús revela el verdadero significado de la humanidad. Como el Hombre Perfecto y el Último Adán, el "hombre del cielo", Jesús nos da la interpretación adecuada de la historia de la creación dada en el libro de Génesis. Porque como ha escrito el Apóstol Pablo, Adán encuentra su significado como "el tipo (o figura) del que había de venir", es decir, Jesucristo (Rom. 5.14).
Así también está escrito: El primer hombre Adán fue hecho alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Pero no es lo espiritual lo primero, sino lo natural; luego lo espiritual. El primer hombre, de la tierra, terrenal; el segundo hombre, el Señor, del cielo. . . . Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (1 Corintios 15.45–49).
Según la teología ortodoxa, llevar la imagen de Dios es ser como Cristo, la Imagen no creada de Dios, y compartir todas las atributos espirituales de la divinidad. Es, en palabras de los santos padres, llegar a ser por la gracia divina todo lo que Dios mismo es por naturaleza. Si Dios es un ser libre, espiritual y personal, así también los seres humanos, hombres y mujeres, deben ser lo mismo. Si Dios es poderoso y creativo, teniendo dominio sobre toda la creación, así también las criaturas humanas, hechas a su imagen y según su semejanza, deben ejercer dominio en el mundo. Si Dios ejerce dominio y autoridad no por tiranía y opresión, sino por bondad y servicio amoroso, así deben hacerlo sus criaturas. Si Dios mismo es amor, misericordia, compasión y cuidado en todas las cosas, así deben ser también sus criaturas, creadas para ser como Él. Y finalmente, si Dios vive para siempre en la vida eterna, nunca muriendo, sino existiendo siempre en una belleza y felicidad perfectamente alegres y armoniosas con toda la creación, así también los seres humanos están hechos para una vida eterna en comunión alegre y armoniosa con Dios y toda la creación.
Según la doctrina ortodoxa, la existencia y la vida humanas nunca se completan ni terminan en su desarrollo y crecimiento, porque están hechas a imagen y semejanza de Dios. La existencia y la vida de Dios son inagotables e ilimitadas. Como el Arquetipo Divino no tiene límites en su divinidad, así la imagen humana no tiene límites en su humanidad, en lo que puede llegar a ser por la gracia de su Creador. La naturaleza humana, por lo tanto, está creada por Dios para crecer y desarrollarse a través de la participación en la naturaleza de Dios por toda la eternidad. El hombre está hecho para llegar a ser cada vez más semejante a Dios para siempre, incluso en el Reino de Dios al final de esta era, cuando Cristo vendrá de nuevo en gloria para resucitar a los muertos y dar vida a aquellos que lo aman.
Así enseñaron los santos padres de la fe ortodoxa que, independientemente de la etapa de madurez y desarrollo que alcance el hombre, cualesquiera que sean su poder, sabiduría, misericordia, conocimiento, amor, siempre le queda por delante una infinitud de plenitud de vida cada vez mayor en la Santísima Trinidad, para participar y vivir. El hecho de que la naturaleza humana progrese eternamente en la perfección dentro de la naturaleza de Dios constituye el significado de la vida para el hombre y sigue siendo para siempre la fuente de su alegría y felicidad por toda la eternidad.
Debe mencionarse también que, según la doctrina cristiana ortodoxa, el hecho de que los seres humanos sean creados como hombres y mujeres es la voluntad directa de Dios y es esencial para la vida y la actividad humanas adecuadas como reflejo de Dios. En una palabra, la sexualidad humana es un elemento necesario en la existencia y la vida humanas, tal como está hecha a imagen de Dios. Esto no significa que haya algún tipo de sexualidad en Dios, pero sí significa que la vida humana debe ser sexual, masculina y femenina, si será lo que Dios mismo la ha hecho para ser.
El hombre y la mujer, macho y hembra, son creados por Dios para vivir juntos en una unión de ser, vida y amor. El hombre debe ser el líder en las actividades humanas, el que refleja a Cristo como el nuevo y perfecto Adán. La mujer debe ser la "ayuda idónea" del hombre, la "madre de todos los vivientes" (Génesis 2.18; 3.20). Simbolizada en la relación de María y la Iglesia, la Nueva Eva, con Cristo, el Nuevo Adán, como aquella que inspira la vida del hombre y completa su ser y cumple su vida, la mujer no es la herramienta o instrumento del hombre. Ella es una persona por derecho propio, compartiendo la naturaleza de Dios, un complemento necesario para el hombre. No puede haber hombre sin mujer, sin Adán no hay Eva; así como no puede haber mujer sin hombre. Ambos existen juntos en perfecta comunión y armonía para el cumplimiento de la naturaleza y la vida humanas.
Las diferencias entre hombres y mujeres son reales e irreductibles. No se limitan a diferencias biológicas o físicas. Son más bien diferentes "modos de existencia" dentro de una misma humanidad; así como podríamos decir que el Hijo y el Espíritu Santo son diferentes "modos de existencia" dentro de una misma divinidad, junto con Dios Padre. El varón y la hembra deben estar en unión espiritual y física. Deben expresar juntos, en una misma humanidad, todas las virtudes y poderes que pertenecen a la naturaleza humana como hecha a imagen y semejanza de Dios. No hay virtudes o poderes que pertenezcan al hombre y no a la mujer; ni a la mujer y no al hombre. Todos están llamados a la perfección espiritual en la verdad y el amor, de hecho, en todas las virtudes divinas de Dios dadas a sus criaturas.
Las hostilidades y competencias entre hombre y mujer que existen en el mundo actual no se deben a sus respectivos "modos de existencia" como fueron creados por Dios. Se deben más bien al pecado. No debería haber tiranía de los hombres sobre las mujeres; ninguna opresión, ningún servilismo. Así como no debería haber esfuerzos de las mujeres por ser hombres y ocupar el puesto masculino en el orden de la creación. Debería haber más bien armonía y unidad dentro de la comunidad de ser con su orden natural creado y sus distinciones. La unidad de la naturaleza con la distinción de varios modos de ser dentro de la Divinidad, la Santísima Trinidad. Porque en la Divinidad de la Trinidad misma hay una unidad perfecta de naturaleza y ser, con distinciones reales entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo en cuanto a cómo cada una de las Personas Divinas vive y expresa la naturaleza común de Dios. Hay un orden en la Trinidad. Incluso hay una jerarquía si no tomamos este término para significar alguna diferencia en la naturaleza entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sino simplemente la manera en que las Personas Divinas se relacionan entre sí y con el hombre y el mundo. Porque en la Trinidad misma, solo el Padre es la "fuente de la divinidad". El Hijo es la expresión del Padre y está "sujeto" a Él. Y el Espíritu Santo, de una sola esencia y plenamente igual al Padre y al Hijo, es la "tercera" Persona que cumple la voluntad del Padre y del Hijo. Las Tres Personas Divinas son perfectamente iguales. Este es un dogma de la Iglesia. Pero no son lo mismo, y hay una relación ordenada entre ellas en la que hay "prioridades" en el ser y actuar que no solo no destruyen la perfección y la perfecta unidad de la Divinidad, sino que incluso la permiten y la hacen perfecta y divina (ver "La Santísima Trinidad", abajo). Es la Vida Trinitaria de Dios la que es el Arquetipo Divino y el Patrón para el ser y actuar del hombre y la mujer dentro del orden de la creación.